Cómo recuperé la presencia a través de 3 sesiones de REIKI
Aunque suene a clase de inglés, ser y/o estar…
Hola, mucho gusto, si eres nuevo por acá, me presento: Yo soy Valentina, soy mamá, esposa, amiga, conductora, emprendedora, cuidadora, artista, reikista, instructora de meditación y todera, con esta cantidad de roles, me envuelvo tanto en una matrix llena de reglas y de horarios interminables que acaban por robarme ese verbo que me repetían en inglés cuando tenía 7 años y yo no entendía, TO BE… en español ser y/o estar.
Involucrada en tantísimas actividades mis brazos se estiran de tal forma que pueden sostener el planeta entero. Mis dedos son tentáculos que calculan todo. Mi mirada se dirige al reloj y mi cerebro procesa "a tal hora es importante terminar tal cosa" calcular para no atrasarme, para cumplir, cumplir, cumplir y cumplir.
Avasallante tendencia que me hace olvidar estar presente, presente para entender mis necesidades, mis gustos, y sea como sea que la vida este fluyendo, disfrutar, disfrutar como lo hacen Maxi y Salo (Mis hijos los que estan en la foto), con caídas que los hacen llorar y subidas que los hacen reír.
Desde que inició diciembre del 2022 tenía ganas de hibernar, seguir el ritmo de la naturaleza, guardarme y sacar esos brazos que se estiran solo para abrazarme a mi.
Así que hice lo que mi práctica espiritual primaria me enseñó: Abrazarme a mi para atender lo que yo necesitaba. Literal, necesitaba mimo, descanso, una cobijita suavecita que me acordara lo protegida que estaba. Busqué a mi maestra de reiki, y me permití abrirme a recibir el sostén que muchas veces yo doy, sin duda fue una celebración para mi, un ritual de fin de año que me trajo de vuelta a mi. Ya les voy a contar porqué. Si no entiendes lo que es el reiki sigue leyendo
“Al terminar mi primera sesión me sentí tan conectada, que no me quería levantar, al incorporarme de nuevo le dije a Carolina: “me sentí tan apapachada que necesito una nueva dosis”...
Durante toda la sesión, lo que más recuerdo fue la sensación de calidez corporal; por si no lo sabes la persona que te brinda reiki, pone sus manos ligeramente sobre distintas partes de tu cuerpo, yo en este caso estaba acostada sobre una camilla, con sabanas blancas y encima tenia una cobijita parecida a la freeza que usan los recien nacidos, la luz era tenue, había un olor ligero a lavanda y un equilibrio perfecto entre el arte y la naturaleza, las manos de Carolina viajaban suavemente punto por punto, avivando sensaciones que me recordaban todas las partes de mi cuerpo, casi que las podía ver.
Por momentos me dormía y no, era consciente de creaciones que no podía controlar pero que simplemente pasaban por mi mente, mientras que un manojo de manos me sostenían, en mi realidad y sentir; en esa habitación había más manos y corazones. El reiki estaba ahí, trayendo mi alma de regreso a casa.
… “Sí Caro, necesito una nueva dosis”. Nunca me había dado el permiso de hacerme reiki por otra persona durante varios días seguidos.
Las mamás también necesitamos lo que les damos a nuestros hijos, atención, mimo, un descanso bajo un cuidado especial, unos brazos de consuelo, unas manos que nos ayuden a desconectar de la matrix para conectar de nuevo con el ritmo de nuestro corazón.
Así comenzó la desnudada de la cebolla.
Segunda sesión: Mismo olor, mismo arte, misma luz, misma sonrisa, mismas ganas, misma esperanza.
Con muchas burbujas en la mente, de repente una respiración amplia y profunda me visitó. Sentí paz, calma, sentí que había espacio, espacio para mi, para hacerlo lento, profundo y pausado. Este aire me trajo un boost de pura vida, aire, hay amplitud, puedo observar, puedo sentir, puedo permanecer en mi, es seguro estar acá conmigo. También hubo un sentimiento de orgullo no solo por las situaciones vividas y lo aprendido de las mismas, sino por el permiso que me dí de recibir de corazón, reconociendo que estaba vulnerable, cansada, que en realidad necesitaba apoyo, abrazo, conexión.
Alguna vez alguien me dijo algo muy sabio.
bueno a mi esto que te voy a escribir me resonó mucho: “Dar es facil, sin embargo aprender a recibir, aprender a pedir, en un mundo lleno de perfección, eso es Valentía”.
Sin duda esta sesión fue reveladora, dentro de la amplitud, la paz y la calma que había obtenido después de este aire fresco, el canto de un pajarito se escuchó cuando las manos de Carolina se postraron en mi corazón, acto seguido Mar Sarai, la hija de mi maestra que se encontraba fuera del consultorio de Reiki murmuró: “necesito a mi mamá” en ese momento yo me sentí esa niña y rompí a llorar, no pude evitar identificarme con esa frase y validar que mi orfandad hace parte de lo que soy hoy. No pensé, solo sentí que esas lágrimas eran sagradas, ni siquiera limpiaban, simplemente eran lágrimas que me hacían humana, lágrimas que me daban el permiso de experimentar tristeza en medio de la paz, lágrimas que abrazaban a mi niña interior.
Hubo una sensación cercana de no estar sola, hubo una sensación única de conexión, de sentir que no estábamos solas Carolina y yo. Mi cuerpo estaba siendo sostenido por muchas madres, muchos maestros, el reiki se respiraba en círculos, se sentía la calidez, el sostén, el amor, en general una sensación única de SER Y ESTAR. todo era perfecto, incluso las lágrimas.
Al terminar la sesión Carolina y yo nos abrazamos, ambas habíamos experimentado alquimia. Yo siento una fé perenne por el reiki desde el día uno de mi iniciación de reiki allá en el año 2015, cuando los soplidos de ella en mis manos, me despertaron y literal las ventanas de mi corazón se abrieron de par en par. “Esto es real”, me dije. esta energía es pura, es amor.
Desde mi iniciación nunca he soltado el reiki,todo lo contrario agarrada de él y de la fé en mis manos, comencé a practicarlo sobre mi misma, familiares, amigos, y clientes, a sentir todo mi cuerpo, a ver tímidamente pedacitos de mi que me dolían, practicarlo me llevo con Valentía hacia el arte a cumplir con los encuentros que mi madre y yo nos quedamos debiendo a raíz de su pronta partida de la vida, el reiki me enseñó que las pinceladas y el color me daban valor, me enseñó a través del arte a pronunciar las palabras asfixiadas por miedo o por dolor. También me trajo luz para atreverme a ser cada vez más auténtica, cada vez más yo.
Volviendo a mis tres sesiones de reiki como ritual de fin de año…
¿Cómo no amar la práctica que me llevo suave, lento, profundo y pausado a desnudar la cebolla en lo que estaba necesitando para finalizar el 2022? Yo necesitaba conexión, necesitaba pausa, necesitaba descanso, necesitaba estar de nuevo en mi, para ser yo. Y te puedo decir que esas tres sesiones de reiki se encargaron de dirigirme a comprender, a validar y a merecer esa necesidad disfrutando profundamente de la misma, en un mundo en el que mi Matrix es fuerte.
En la tercera sesión, lleve esa calidez hasta mi ADN, guarde en los bolsillos de mi alma dosis de calma, paz y paciencia, pero sobretodo paciencia conmigo misma, con mis expectativas, con mis afanes… mi ritual de fin de año estaba hecho, conecté de nuevo con un estado de calidez, certeza, calma y aceptación.
Para serte sincera y concluir este tema que trajo la cebolla, el reiki, el arte, el descanso la conexión y maternar te puedo decir que sea lo que sea que estés necesitando resolver, el reiki te va a ayudar a ponerte claro y a recibir, lo importante es abrirte a la posibilidad, creer y comprometerte para que te dejes envolver en ese círculo de respiraciones amplias que trae varias SESIONES SEGUIDAS DE REIKI.
Mis sesiones de reiki están abiertas para ti, el reiki va bien con todo: con terapia psicologica, con tratamientos medicos, te ayuda a reducir la ansiedad, te ayuda a la recuperación deportiva, te ayuda abrir la creatividad, te ayuda a tener un descanso más profundo, te ayuda a recuperar la alegría de vivir.
Si estás interesado no dudes en contactarme, será un maravilloso encuentro de Almas.