Carta para mis expectativas

Queridas expectativas, hoy me dirijo a ustedes para agradecerles sus enseñanzas. Sus historias a veces me producen temblores en el cuerpo, sus palabras de advertencia me hacen palpitar el corazón y gracias a ustedes puedo ver algunos de mis miedos más profundos.

Ustedes tienen una capacidad inmensa de atraer la mente hacia pensamientos turbulentos creando escenas irreales que me presionan y me sacan de mi realidad. Sin embargo, mi conciencia me trae de vuelta al calor del hogar cuando contacto con mi respiración, los sonidos y mi corazón.

A veces me pasa que ustedes, mis expectativas me vencen, pienso que todo debería ser igual, y ¿Cómo no?, esa sensación de permanencia me da seguridad, confianza, y sé con certeza para dónde voy.

Sin embargo uno de los regalos más grandes de la vida son los cambios, la impermanencia, la transformación, el renacer. La naturaleza es mi mejor escuela para darme cuenta que somos como ella, cambiante.

Cuando siento que estoy atrapada en las expectativas de mi mente, presionándome sin cesar me digo:

Alma mía enséñame a ser amiga de la energía del cambio, permíteme entender las rupturas, permíteme abrazar mis ondas, dame seguridad desde adentro donde yo entienda que a pesar de que todo se mueve mi amor es la base de todo y sigue allí, intacto.

Alma mía enséñame a ser luz y sombra.

Vida y muerte.

Alegría y dolor

Sin Juzgarme sin analizarme, enséñame a entender que todo se vale.

Las expectativas vienen del ruido externo, del pensar en cómo me ven los demás, de los juicios que incluso yo mismo hago a otros, porque sé que si yo los puedo hacer, los demás también lo harán; abiertamente o en secreto. Entonces pide con devoción.

Que el exterior no me aturda, que no camine hacia los hábitos dañinos de querer agradar a todos, olvidándome de mi. Enséñame con fuerza y amor a decir no, y a decir-me no cuando sea necesario. Lo que importa es continuar creando conmigo misma una relación inquebrantable, fuerte, y a la vez suave y dulce.

Enséñame a establecer una relación con mi conciencia divina, con la inmensidad de mi mente. Que sea ecuánime y pueda ver las ondas que vienen y van, sin tomarme todo tan personal, sin identificarme tanto con estos pensamientos que yo me crea que soy ellos. Enséñame a reconocer, aceptar y amar, para mantenerme libre y liviana.

Hay tiempos como la luna nueva, en oscuridad profunda, escondida de la luz y me arropo de la sombra, se siente húmedo, hay ganas de llorar. Mi identidad bondadosa tambalea, hay ansiedad, me juzgo, no me entiendo, creo que soy dramática y entró en un vacío sin salida, sin embargo, el mero hecho de escribirlo me hace aliviar la sensación, liberarla un poco. Y entonces digo: Yo puedo transitarlo, no me dejes olvidar del amor que ya está en mí dame sabiduría para aprender qué parte de mi alma está renaciendo, dame valentía para apoyarme como lo haría con alguien más.

Al final la llave para salir de este bucle de expectativas y regresar de nuevo a mi es: hacer lo que quiero y necesito, lo que me gusta; salir a caminar por las calles que fueron importantes, comer la comida que me sabe a amor, disfrutar y disfruta apreciando el presente. Abrirme a cada experiencia, sabiendo que ningún día es igual al otro y sentir que estoy en casa siendo yo, mientras hago.

Hace mucho no grababa meditaciones, encontré que al compartir esas palabras con ustedes, era yo quien más recibía, porque recibo seguridad y confianza en mi misma. Luego escuchar y hacer mis propias meditaciones es súper poderoso para mí.

Con este Blogspot les dejo una meditación para observar tu cuerpo mientras respiras, para observar la mente como una inmensidad que trae olas de pensamientos y sentimientos, en donde te invito a que no te vuelvas ellos, solo siéntate a respirar y a observar, quien observa es tu consciencia y haz de este espacio tu hogar.